¡Hola, Patri!
Si has llegado hasta aquí y no son más de las cuatro de la tarde, es que eres tan inteligente como yo pensaba, enhorabuena. Si no son aún las cinco, estás en la media y te acepto como eres. Si ya son las seis o más, bueno, a lo mejor puedes optar a algún tipo de ayuda pública...
El caso es que estás aquí, conmigo, bajo nuestra parra leyendo un texto que dice "uno sólo conserva lo que no amarra", y precisamente por eso estás tú aquí ahora, aunque esto lo entenderás más tarde.
Antes de pasar a la recta final quería decirte, aprovechando esta inigualable banda sonora, lo agradecido que estoy. Te lo he dicho mil veces y otras mil te lo diré. No creo que este sea el canal más apropiado pero es el que brinda la ocasión, y ya sabes lo importante que ha sido la ocasión en lo nuestro. La ocasión hizo que nuestras vidas se cruzasen por primera vez un 27 de junio hace menos de un año (sí sí, menos de un año aunque no lo parezca). La ocasión hizo que en la primera conversación tras esa noche hablásemos de jazz y pudieramos celebrar nuestra primera cita en el Populart. La ocasión, esa maldita calvorota, te apartó de mí y a mí de ti durante dos interminables (pero necesarios) meses, dejando en nuestros pechos sensaciones contradictorias. La ocasión hizo que aparecieses en el peor de los momentos pero también que lo convirtieses en el mejor desde hacía mucho tiempo. La ocasión, como ya sabrás, es Fortuna: esa diosa skinhead que sólo pasa una vez y que me miró a los ojos cuando te puso aquella noche del 27 de junio delante de mí con tu vestido blanco y verde (negro).
En fin, la diosa que nos acompaña durante todo este tiempo, haciéndonos partícipes de un plan perfecto, nos ha traído hoy hasta aquí. Y aquí estamos no sólo gracias a ella sino también a otra gente, como José, que ha creado este blog y me ha ayudado mucho a confeccionar todo esto, mi madre que nos ha dado comida para resistir, mi padre que ha contribuido con las etiquetas, y también a... ¿Cómo se llamaba esta chica...?
